Para exfoliar la piel, lo que necesita es rascarla. Sí, no mucho más. En el mercado hay cremas caras y otras más baratas (como la del Lidl, que es estupenda), hechas con huesos de albaricoque o con lo que sea. El hecho es que lo que tienen que hacer los exfoliantes es rascar. Al rascar, se levanta las células muertas y las impurezas, y la piel queda mucho más brillante y uniforme.
Si, por ejemplo, tienes una piel joven y grasa necesitará más exfoliación (y también permitirá más agresividad) que si tienes la piel madura y sensible. Por eso, en nuestro caso, aplicaremos la misma mezcla con mayor o menor fuerza dependiendo del tipo de piel y de su necesidad, pero servirá la misma fórmula.
Fórmula
Ponemos un dedo de azúcar en un vaso, y le añadimos una clara de huevo. Lo batimos ligeramente con un tenerdor. Restregamos esta mezcla por la piel, haciendo mayor o menor fuerza dependiendo de la tolerancia y de la necesidad de la piel. Intentaremos no acercarnos demasiado a la zona del contorno de los ojos, y tras 2 minutos de masaje (si queremos podemos dejarla a modo de mascarilla 2 minutos más), retiramos la mezcla con agua muy levemente templada y la secamos dando toquecitos con una toalla.
Una vez tenemos la piel seca, nos aplicamos la crema hidratante habitual. ¡Y piel nueva!
La frecuencia dependerá de la tolerancia. Se puede aplicar 1-2 veces por semana.
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